viernes, 11 de mayo de 2012

Blas de Otero: Orozko en el recuerdo


Para terminar el estudio de Blas de Otero durante este curso decidimos realizar la segunda parte del recorrido literario por Orozco. Este pueblo a los pies del Gorbea es el lugar en el que Blas pasaba los veranos y donde su familia materna tenía la casa-palacio Ugarte. El jueves pasado CEPA Erandio se desplazó hasta allí, acompañados magníficamente por Ibón Arbaiza, miembro de la Fundación Blas de Otero, para seguir la estela por algunos de los lugares que tienen una mención especial en la vida del gran poeta bilbaíno.
Bilbao es la cuna de su familia paterna, allí nació un 15 de marzo de 1916, pasó su infancia e hizo sus primeros estudios. En sus 63 años de vida residió en ciudades como Madrid o París, visitó países socialistas como la Unión Soviética y China e incluso vivió tres años en Cuba. Todos estos lugares están reflejados en la obra poética oteriana, pero siempre que estaba fuera se acordaba de Bilbao, de Artxanda, del Golfo de Vizcaya y también de de los rincones, paisajes y recuerdos de Orozco. Situado en la zona rural, a unos 20 kilómetros del Bilbao, es el idílico paisaje de la familia materna, remanso de paz, al amparo de la abuela doña Pepita Sagarmínaga, en cuyo recuerdo se recreará Blas de Otero a lo largo de su vida.


Así describía Blas el paisaje de Orozco: "el lánguido valle de mi adolescencia donde la luna derrama una luz compasiva sobre la muerte soñada de mis antepasados"
Bajo un extraordinario día soleado, comenzamos la ruta en la plaza del Ayuntamiento, que en los días de fiesta se convierte en plaza de toros, a los que era muy aficionado Blas. Aquí toreó Manuel Granero porque el padre del Blas, además de industrial, era su apoderado.
De aquí nos dirigimos al frontón donde disfrutaba de su afición por la pelota a mano, según sus versos: “tendí, diariamente, los músculos de muchacho”. Nos podemos imaginar al poeta siendo un niño en un partido de pelota. Ibón nos muestra una fotografía suya jugando a la pelota vestido con corbata negra y camisa blanca en señal de luto por la muerte de su padre y también entregando un trofeo a los ganadores de un campeonato.
Desde allí fuimos al punto más emblemático del recorrido: la casa-palacio Ugarte, residencia de sus abuelos maternos José Ramón Lambarri y Josefa Sagarmínaga Isasi.
Entramos en el jardín laberíntico rodeado de arbustos bien moldeados y de árboles frutales. El huerto de la abuela que recuerda con "cerezas coloradas, manzanas reinetas, príncipes peras y brevas violeta, con una gran gota de almíbar temblando sobre la yerba", la galería sobre el jardín, la librería, que conserva una foto del poeta disfrazado de Charlot, la biblioteca del abuelo médico y el dormitorio del poeta son las estancias que hemos visitado.
Allí Blas de Otero disfrutaba de la lectura mientras miraba hacia la cima de Santa Marina desde la galería "ladeándose violeta, la falda de la montaña infantil, de ramas tiernas, helechos, espliegos, yerbas aromáticas, y una gran nube blanca coronándole la cabeza".
Además de la ruta por los recuerdos de Blas de Otero, Orozko destaca por su Museo etnográfico, la gastronomía (comimos fenomenal en el restaurante Arrugaeta) y su pan. Pablo Azkoaga elabora unos de los mejores panes de la zona en horno de leña sin levadura artificial en el caserío Presatxu.

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