sábado, 1 de junio de 2013

Soria machadiana


El pasado miércoles CEPA Erandio organizó una salida cultural a Soria para visitar los lugares por donde Antonio Machado vivió en la ciudad castellana con el objetivo de cerrar las actividades del presente curso escolar.
El viaje fue muy interesante e intenso, porque aprovechamos cada minuto del día para ver y disfrutar de los lugares del recorrido que también incluía Numancia.
En primer lugar visitamos San Saturio, en la ribera del río Duero, lugar de inspiración del poeta como demuestra la existencia de este primer poema.

Estos chopos del río, que acompañan
con el sonido de sus hojas secas
el son del agua cuando el viento sopla
tienen en sus cortezas
grabadas iniciales que son nombres
de enamorados, cifras que son fechas.

AntonioMachado pisa por primera vez Soria en mayo de 1907 para tomar posesión de la cátedra de francés que acaba de obtener. En octubre, Machado se traslada definitivamente a su nuevo destino, una ciudad de provincias, amurallada y con apenas 7.000 habitantes. Se aloja primero en una pensión del centro, pero dos meses después, encuentra alojamiento en una pensión situada justo detrás del Instituto General y Técnico en el que imparte clase.
Cuando Machado llega a Soria es ya un poeta reconocido en los círculos literarios. Además, a finales de ese año, en 1907, sale publicado su segundo libro, Soledades, galerías y otros poemas, una versión ampliada de Soledades con un total de 93 composiciones.
A pesar de ser un hombre de mundo, de haber viajado y haberse relacionado con los intelectuales de la época, Machado se va adaptando poco a poco a la monotonía de su nueva ciudad. El trabajo no le absorbe demasiado tiempo, ya que durante el primer curso escolar, sólo tiene dos clases, de 7 y 8 alumnos. Dispone de muchas horas para dar largos paseos, una de sus aficiones junto con la lectura.
En la pensión, Machado va estrechando lazos con Leonor, una de las hijas de los dueños, de 13 años de edad. Del cariño y la admiración surge el amor y, a los dos años de conocerse, en 1909, la pareja contrae matrimonio en la iglesia de La Mayor. La ceremonia, que se celebra el 30 de julio en plena Plaza Mayor, congrega a la puerta del templo a una gran cantidad de vecinos, algunos malintencionados, que increpan al poeta y crean un gran alboroto al no ver con buenos ojos la diferencia de edad que separaba a los cónyuges. La luna de miel transcurre por Zaragoza, Pamplona, San Sebastián y Madrid.
 Estos son meses de gran felicidad para Machado. Acude a sus clases con un ánimo y entusiasmo distintos.
En octubre de 1910, durante un periodo vacacional, decide realizar un viaje para conocer el nacimiento del Duero. Lo hace en autobús y a caballo, pasando por distintos pueblos y compartiendo asiento y conversación con la gente de la zona, rudos labriegos y campesinos. De ahí surge el romance de “La Tierra de Alvargonzález”, que se publicará en 1912 dentro del que será su tercer libro de poemas, Campos de Castilla.
Poco tiempo después del viaje al nacimiento del Duero, Machado pide al Ministerio de Instrucción Pública una beca de ampliación de estudios para Francia. Se la conceden, así que Leonor y él se trasladan a París en enero de 1911.
 En esos primeros meses del año, Antonio enseña la ciudad a Leonor, disfrutando de una felicidad que no duraría mucho tiempo. En Julio, Leonor vomita sangre. Le diagnostican tuberculosis, por lo que la vuelta de la pareja a Soria se precipita, en busca de aire puro. Hacen el viaje de vuelta gracias a un dinero prestado por Rubén Darío. A su llegada, Antonio alquila una casita en el camino del Mirón. Por ese paseo, que lleva a la ermita barroca del mismo nombre, Antonio acompañaba a su mujer, débil y enferma, empujando su silla de ruedas.
El 1 de julio de 1912 aparece en Soria el primer número del periódico bisemanal “El Porvenir Castellano”, fundado por Antonio Machado y su amigo José María Palacio, que será su director. En este primer número, Machado publica el artículo “Apuntes. Política y cultura” bajo el seudónimo de Mireno. Machado colaborará regularmente en el periódico hasta 1916, ya desde Baeza.

Leonor no mejora y, dado que la inmovilidad de su cuerpo va en aumento, poco antes de morir, regresan a la casa de los padres de ella para facilitarle las mayores comodidades. Leonor muere el 1 de agosto de 1912, a las diez de la noche. Los funerales por su alma se celebran al día siguiente en la iglesia de La Mayor. Su cuerpo es enterrado en el cementerio del Espino, cerca del olmo viejo al que también cantó Machado.


‘Antes que te derribe, olmo del Duero./ con su hacha el leñador, y el carpintero/ te convierta en melena de campana./ lanza de carro o yugo de carreta:/ antes que rojo en el hogar, mañana./ ardas de alguna mísera caseta,/ al borde de un camino;/ antes que te descuaje un torbellino./ y tronche el soplo de las sierras blancas;/ antes que el río hasta la mar te empuje/ por valles y barrancas,/ olmo quiero anotar en mi cartera/ la gracia de tu rama verdecida./ Mi corazón espera/ también, hacia la luz y hacia la vida,/ otro milagro de la primavera.

Machado permanece ocho días más en Soria. El recuerdo insoportable de una Soria sin su mujer le hace abandonar la ciudad ese mismo año. Se instala temporalmente en Madrid para gestionar su traslado a otro instituto. En octubre es nombrado catedrático del instituto de Baeza.
 Machado no volverá a Soria hasta el 5 de octubre de 1932, fecha en la que el Ayuntamiento de la capital le rinde un homenaje nombrándole hijo adoptivo.
Desde la ermita de San Saturio, en la denominada Ruta Machadiana, nos dirigimos al Monasterio románico de San Juan de Duero con su fantástico claustro, que se encuentra de camino, al lugar donde discurre la leyenda de Gustavo Adolfo Bécquer, El Monte de la Ánimas.
A continuación visitamos el Instituto donde ejerció de profesor de francés. Llega en mayo, pero para favorecer al profesor suplente renuncia  lo que queda del curso hasta el nuevo período académico. Imparte clases hasta 1912 fecha en la que abandona Soria.

Entramos dentro del aula donde impartía clases ‘el buen profesor’, que nunca repartía notas bajas, solo ‘aprobado, aprobadillo y aprobadejo’.
Para terminar el viaje, ya por la tarde, visitamos el yacimiento celtíbero de Numancia. Localidad controlada por la tribu de los arévacos, que lucharon por su independencia hasta límites sobrehumanos frente al poder romano al mando de Cornelio Escipión.
El recorrido por las ruinas se realiza siguiendo un itinerario marcado por varios paneles informativos que permiten, mediante textos e imágenes, reconstruir el entramado urbanístico, la forma de los edificios y la disposición de las murallas.





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