lunes, 18 de diciembre de 2017

Tierra Santa (3)

A mitad de camino por la carrtera costera norte-sur o Via Maris entre Tel Aviv y Haifa se extiende un emplazamiento de la Antigüedad, ocupado después por los cruzados, que cayó en el olvido a partir del siglo XII. Los arqueólogos comenzaron a remover la arena hacia 1950, apareciendo en todo su esplendor la ciudad portuaria imaginada y enteramente creada por Herodes –rey de los judíos entre el 37 y el 4 a.C. gracias al apoyo de los romanos-.
Cesarea Marítima fue bautizada así en honor del emperador César Augusto.
Herodes la convirtió en el mayor puerto de Oriente y dotó a la ciudad de carreteras, un teatro, un hipódromo, acueductos, un sistema de irrigación del suelo y de evacuación de aguas.
La ciudad fue descrita detalladamente por Flavio Josefo, un historiador judío del siglo I.
Por otra lado, los Hechos de los Apóstoles cuentan que san Pablo fue hecho prisionero allí en el 58 y 59.
El emperador Vespasiano le dio el estatus de colonia romana, con el nombre de Colonia Prima Flavia Augusta Caesarea. Tras la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C., Cesarea se convirtió en la capital de la provincia de Judea.
En 1961 se descubrió en esta ciudad la Piedra de Pilatos, el único objeto arqueológico que menciona al prefecto romano Poncio Pilatos, que ordenó la crucifixión de Jesús.
La siguiente parada es en Haifa, la mayor ciudad del norte de Israel y la tercera ciudad más grande del país, siendo una de las ciudades más históricas y multiculturales de Israel con sus barrios judíos, cristianos, bahaíes y árabes totalmente diferenciados.
Cuenta con dos instituciones académicas respetadas, como la Universidad de Haifa y el Instituto de Tecnología, que juega un papel importante en la economía del país.
Tiene varios parques de altas tecnologías, un puerto industrial y una refinería de petróleo, que convierten a Haifa en el primer centro industrial de Israel.
Erigida en las laderas del Monte Carmelo, Haifa tiene una historia que se remonta a los tiempos bíblicos. Según la Biblia, el profeta Elías pudo haber encontrado refugio en una gruta del monte Carmelo para combatir a los seguidores del dios Baal en el siglo IX a.C.
A través de los siglos, la ciudad ha cambiado de manos, ya que ha sido gobernada por
hebreos, persas, asmoneos (macabeos), romanos, bizantinos, árabes, cruzados, otomanos, egipcios, británicos y finalmente israelíes desde 1948.
Uno de los tesoros de Tierra Santa se encuentra a los pies del Monte Carmelo en Haifa. Aunque tradicionalmente se le llama monte, lo más correcto sería hablar de una cordillera que rodea la ciudad y se extiende más de 25 kilómetros.
La gran importancia del Monte Carmelo de Haifa se debe a la tradición religiosa. Aparece mencionado varias veces en la Biblia, donde el profeta Elías –uno de los más importantes para el credo judío, y por extensión para los cristianos- derrotó a los sacerdotes de Baal.
El monasterio Stella Maris está consagrado a la Virgen María –Stella Maris, la estrella del mar, es uno de sus epítetos- y fue donde se fundó la famosa Orden de los Carmelitas, cuyo nombre deriva precisamente de esta montaña.
Asimismo el Centro Mundial Bahaí, centro administrativo del bahaísmo, se encuentra ubicado en Haifa. El lugar es reconocible por los jardines que dominan el área del Monte Carmelo directamente sobre la zona del puerto marítimo.
Continuamos en Haifa, pero nos dirigimos hacia Acre o San Juan de Acre, ciudad fortificada de los caballeros cruzados hospitalarios.
Conocida desde los tiempos bíblicos con el nombre de Akko, que todavía se utiliza hoy en Israel, esta ciudad fue desde la Antigüedad hasta el siglo XIX la puerta marítima codiciada por Siria y Persia.
Único refugio seguro contra el temporal a lo largo de la costa palestina, debe a los cruzados en el año 1104, que la convirtieron en una base importante durante dos siglos, su nombre Acre y una parte de su historia. Fue durante cien años la capital del reino cristiano tras la pérdida de Jerusalén en 1192.
Tiene el honor de ser una de las ciudades más antiguas que aún existen y es que se calcula que en el siglo XVI a.C. ya estaba poblada. Pasó por manos de los fenicios, los romanos, fue tomada por los cruzados, por los árabes y así un largo etcétera que ha hecho de esta ciudad un mosaico de culturas.
Su mayor atractivo es la parte más antigua de la ciudad: su fuerte. La actual ciudad antigua fue edificada en el siglo XVIII sobre las ruinas de la ciudad de los cruzados, desde entonces subterránea.
Paseamos por varios zocos y visitamos los túneles que los Templarios construyeron para resguardarse.
Como escribía el poeta francés Gerard Nerval a la vista de Acre “La ciudad adormecida no se mostraba todavía más que a través de sus murallas almenadas, sus torres cuadradas y las cúpulas de estaño de su mezquita, indicada de lejos por un solo minarete. Aparte de este detalle musulmán, podemos soñar todavía con la ciudad feudal de los templarios, último baluarte de las cruzadas”.


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